Voy a dar una perspectiva budista.
Los budistas tienen muy pocas leyes, y también pocos delitos, excepto cuando uno se convierte en monje, y yo no lo soy.
Una de las razones principales de esto es que los budistas están preocupados por los hábitos que formamos: cada comportamiento que exhibimos proviene de un hábito, somos lo que repetidamente hacemos. La filosofía budista sostiene que nuestras mentes (en realidad, nuestro corazón-mente) almacenan los hábitos y los llevamos a la siguiente vida. Son estos hábitos los que determinan qué comportamiento exhibimos y, por lo tanto, qué reacción obtenemos de otras personas.
Por ejemplo, si mi hábito es cortar a las personas mientras están hablando, pronto encontraré que las personas no querrán entablar una conversación conmigo. Este es el mejor ejemplo de la “Ley del Karma”. Es simplemente causa y efecto. Hago algo, hay una reacción.
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Pero la perspectiva budista es aquella que se dedica a descubrir una felicidad duradera y omnipresente, que aparentemente está ahí como una parte subyacente de todos y cada uno de nosotros. Estos hábitos (y, por extensión, los pensamientos) son los que nublan esta felicidad y causan nuestra propia confusión e infelicidad. El nivel de infelicidad está directamente relacionado con lo que son nuestros hábitos.
Si tenemos la costumbre de dañar a las personas, es muy probable que nosotros mismos experimentemos el daño. Atraemos a nosotros mismos aquello en lo que nos enfocamos. Esto es solo una realidad práctica, no un escenario de hombre viejo en el cielo que nos golpea.
Por lo tanto, el objetivo de las leyes es proteger a las personas para que no se involucren en hábitos, o conductas que puedan convertirse en un hábito, que en última instancia nos aleja del objetivo de la felicidad.
Obedecer las leyes se puede ver de dos maneras diferentes. La manera simple, enfocada solo en nosotros mismos, es que al obedecer las leyes, evitamos las situaciones que nos causan molestias / infelicidad. Pero de manera más profunda, diría que es importante resolver si la ley causa daño o bien a las personas. Si causa daño, hay que desafiarlo. Esta es una forma menos egoísta de comportarse.