La amabilidad no requiere ninguna creencia en lo sobrenatural o en cualquier cosa que requiera “fe”. Amabilidad en una forma básica para poder tener empatía por otro ser y luego actuar sobre ella. No hay una “fe” real involucrada aparte de nuestra capacidad biológica para reconocer la angustia o incomodidad de los demás sobre la cual podemos elegir actuar o no. Sin embargo, al decir esto, a veces la amabilidad no siempre se toma bien, por lo que es importante reconocer cuándo su opinión no es lo mejor para la persona.
Para decirlo de otra manera, la religión en muchos sentidos puede ser la negación de esto. Claro que hay gente religiosa amable, eso no hace falta decirlo y, ciertamente, hay ciertos documentos que pueden dictar actos amables. Sin embargo, la mayoría de las veces los actos “amables” que se dictan a las personas religiosas en las que actúan no son lo que más beneficia al receptor, sino lo que más interesa al cuerpo religioso. Por ejemplo, los misioneros cristianos, cuando viajan a ultramar para difundir el cristianismo, han causado inmensos daños sociales, económicos y médicos en estos países. Si bien deben haber creído que lo que estaban haciendo era un acto de bondad, al final no era lo mejor para los destinatarios.
Algunas personas religiosas son amables, pero la amabilidad no es, nunca ha sido y nunca será propiedad de la religión.
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