Bueno, no hay mucho que podamos hacer en un solo año, pero es hora de empezar. Si no lo estamos haciendo del todo preparados, entonces debemos reenfocar nuestros esfuerzos para mejorar la capacidad de la ciudad para albergar la actividad humana para que todos podamos estar más seguros, sanos y felices.
Una ciudad que está trabajando para lograr un uso frugal de la tierra, una infraestructura mejorada para los modos de transporte “activos” y métodos de gobierno más transparentes se dirige en la dirección correcta.
Necesitamos cambiar nuestras políticas de uso de la tierra para desalentar los efectos perjudiciales y dañinos de la expansión urbana. Eliminar todas las políticas que favorecen el desarrollo de residencias unifamiliares y el desarrollo en áreas naturales o tierras de cultivo. El aumento de la densidad en los núcleos urbanos, la adición de servicios a las áreas centrales y la garantía de que todos los grupos de ingresos puedan permitirse el lujo de vivir en los centros urbanos se está moviendo en la dirección correcta.
Mejore la infraestructura de transporte para que más personas puedan caminar o andar en bicicleta o tomar el autobús como una alternativa razonable a tomar el auto. Las ciudades dependientes de los automóviles son menos seguras, menos saludables y menos viables económicamente que las ciudades que tienen sistemas de autobuses más eficientes, mejor infraestructura para ciclistas y mayor accesibilidad para peatones.
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El buen gobierno depende en gran medida del acceso de los ciudadanos a la información, la defensa ciudadana y la voluntad de debatir los méritos de cualquier iniciativa propuesta. Si bien la ciudad debe estar preparada para discutir las ventajas de las políticas que harían que la ciudad se desempeñe de manera más eficiente, también debe considerar las voces de intereses especiales y las preocupaciones locales. Cuando estos debates son abiertos y accesibles, se respetan intereses especiales, las eficiencias pueden promoverse de manera que permitan la “compra” en beneficio de todos.
En general, la eficiencia debe ser el objetivo aceptado. Una ciudad que funciona mejor como refugio para la actividad humana, refuerza el comportamiento productivo y creativo, protege a las personas y su entorno y fomenta la prosperidad. Cuanto antes se haga más eficiente la ciudad, más pronto se beneficiarán todos. Si no lo tienes todo listo, empieza ahora.