El hombre es un ser divino o noble. No es nuestro lugar medir, evaluar o juzgar seres divinos o nobles. Así que esta famosa frase “medida de un hombre” refleja un gran error persistente en la conciencia colectiva.
Ese error ha estado con nosotros por mucho tiempo. ¿Estamos empezando a reconocerlo? Quizás es hora de dejar de medir el desempeño del hombre y, en cambio, apreciarlo por su estado de ser.
Quizás es hora de notar el doble rasero de que (hasta que recuperemos nuestras mentes de nuestra cultura de nacimiento) tendemos a sentirnos justificados al juzgar al hombre pero no a la mujer, con derecho a exigir el desempeño del hombre mientras apreciamos a la mujer por su estado de ser.
Este doble estándar de conciencia no reconocido, apreciando a uno por ser, juzgando a otro a pesar de los esfuerzos por realizarlo, ha tenido un tremendo impacto en la humanidad.
- ¿Crees que cualquier ser humano sería feliz si fuera mundialmente famoso?
- ¿Llegará un momento en que los humanos no tendrán que trabajar y cómo funcionaría la vida?
- ¿Quién vino primero en el planeta tierra, un hombre o una mujer?
- ¿Qué pasaría con una colonia en Marte si la civilización humana fuera destruida en la Tierra?
- ¿Crees que los seres humanos tienen habilidades naturales que aún no se han realizado en esta etapa de nuestra evolución?
Las expectativas ejercen presión. Esa presión en realidad puede causar los efectos adversos por los que un hombre sería juzgado. ¡Basta de medir!
Respetarás a los que respetarás. Creerás en los que crees. Amarás a los que amas. Estas cosas tienen tanto que ver con quién eres como con el hombre al que puedes respetar, creer, amar o no.