Si eres alguien que valora mucho la cultura, ¿qué te ha llevado a esa posición en tu trayectoria personal?

Soy una criatura de la literatura. Adoro, y siempre he adorado, las novelas.

Me encantan las grandes novelas literarias, novelas de género aventurero e incluso novelas baratas y de mala calidad a veces.

Todo comenzó en mi primera infancia, cuando supe que la ficción podía transportarme a otros mundos, llevarme en atracciones mágicas.

Comencé con CS Lewis, JRR Tolkien, Louisa May Alcott y Mark Twain. También leí todas las aventuras en serie de Hardy Boys que pude conseguir.

Entonces descubrí los maestros de la ciencia ficción. Asimov, Clarke, Bradbury, Heinlein, Nivens.

Me mudé a Victoria con Dickens. Devoré a Poe por un tiempo.

Cumplí 14 años y levanté la vista de las páginas por un segundo para recuperar el aliento.

Estaba más feliz leyendo que en mi vida real. Prefería estar en un mundo diferente al que se suponía que debía vivir.

Evasión.

En el camino, sin embargo, aprendí a amar verdaderamente los libros, por sí mismos.

Ese amor permanece hasta el día de hoy. Nada me da más placer que abrir esa nueva novela que me muero por leer.

Leí a Zane Gray cuando otros niños leían Run Spot Run. Me encantaban los vaqueros y los indios. Mi abuelo solía contar historias salvajes sobre princesas indias.

Sí, ese era mi guerrero y mi princesa … oh Darth Vader … ¿quién sabía? Colecciono arte nativo americano y vaquero, me sumergí en la cultura. Voy a Pow Wows cuando puedo, trabajé en un rodeo y soy dueño de 2.5 acres de tierra silvestre de Texas en comparación con mis vecinos con sus cuidados jardines.

Y todavía leo sobre todos los vastos lugares que alguna vez fueron. Cada vez que se ara un campo de trigo o maíz y se coloca un HOA, sé lo que sintieron los vaqueros y los indios cuando se colocaron las cercas. La muerte de la pradera sin fin. La necesidad de ensillar mi mustang y cabalgar hacia la puesta de sol con mi perro es cada vez más fuerte cada día. No me gusta la civilización.

La fascinación con el instrumento, y ser popular entre mis compañeros, y por último, pero no menos importante, lucir rudo con los otros 12 años (niñas) en mi escuela.