Comienza a dejar de seguir a la persona que alguna vez te dijo eso. Deja de seguir sus palabras, sus actividades, su personalidad. Esa persona es tan destructiva para la raza humana como ISIS.
El primer punto a entender es que la moralidad no está definida. Una escala moral es diferente para ti, para mí y para la persona que duerme justo a mi lado.
Segundo punto, la moralidad es una noción absurda para mí. Si algo es tan variable que puede diferir para todos en este mundo, entonces no existe. La moralidad no es una entidad constante que pueda definirse para todos, por lo tanto, deje de juzgar los códigos morales establecidos por otros.
Y ahora el tercer y último punto es definir tu felicidad. Cuando tienes que levantar las barreras de la moralidad, te das cuenta de que la felicidad es tan ilimitada como los océanos. Sin inicio y sin final. La felicidad puede provenir de la estabilidad interna o de acciones externas.
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Cuando dices que no a algo en el que vas a sacrificar tu paz mental y física para hacer feliz a alguien, con la esperanza de que eso te dé felicidad, en realidad te roba la paz, ya que estabas ocupado ignorando de qué se alimenta tu alma y concentrándote en ella. Lo que hará feliz al otro. Puede que te dé paz momentánea, pero te estremecerá por dentro porque no viste ese juego ni leíste ese libro. De manera similar, si eres perezoso, pero el servicio a los demás es lo que te da felicidad, entonces surge la misma situación para ti.
Primero, conócete a ti mismo, luego define un código que te ayude a maximizar tu felicidad, que luego traerá más felicidad al mundo.