Demasiada racionalidad es mucho mejor que demasiada empatía. O como dicen algunas personas, es mejor pensar con la cabeza que con el corazón.
Por ejemplo, en el momento actual, las personas tienden a empatizar con cosas que no tienen sentido racionalmente. Explicar esto con honestidad y en la mayor medida posible me requeriría escribir un libro. Pero intentaré explicarlo lo mejor que pueda.
La racionalidad sin empatía involucrada permite que una persona, al igual que un software de computadora o una calculadora, tome una decisión racional, no basada en sentimientos y únicamente basada en el mejor resultado de la situación. Por ejemplo, tienes un edificio con terroristas que están casi listos para salir con bombas suicidas en la ciudad para explotar a sí mismos. Tienes un dron que recorre la zona, listo para atacar. Un “PERO”, si el avión no tripulado ataca, el daño colateral significa que los civiles alrededor de dicho edificio tienen, digamos, un 80% de probabilidad de mortalidad. Uno diría que atacar y matar a esos civiles junto con esos terroristas no es una opción ideal. El pensamiento racional dice que no hay duda sobre atacar ese edificio, las pocas vidas perdidas en daños colaterales son irrelevantes en comparación con cientos o miles más. Hay muchos más ejemplos como tales.
El pensamiento racional compara los hechos que deben hacerse con la meta y determina si los fines justifican los medios.
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