Las creencias son una mezcla de pensamiento (información) y apegos emocionales. Cuanto más profunda es la creencia, más se da por sentado. Para darte un ejemplo, crees que eres hombre o mujer. Hay muchas emociones y creencias que están asociadas con el género. Cuando algo aparece para desafiar esa creencia, muchas personas lo ignorarán o se disgustarán por ello. Las personas discutirán sobre sus creencias hasta que se pongan azules, e incluso pueden pensar que están razonando y siendo razonables. Sobre todo, sirve para reforzar las creencias reforzando el apego emocional.
Es posible diseccionar filosóficamente estas creencias para obtener mayor claridad. Muchas creencias se deshacen de dicha disección, pero debido a los vínculos emocionales, alguien se aferrará a sus creencias.
La filosofía no es algo que aprendes de los libros. Es parte de un proceso transformador.
La primera etapa consiste en enfrentar las “partes muertas”, estas creencias que se encuentran en su psique, a menudo sin examinarlas y mantenerlas en la oscuridad. Esta etapa elimina todas las creencias, las eleva a la luz, las examina con cuidado y las suelta si ya no sirve. No se dejan creencias sin mover. No se examinan las vacas sagradas. Ninguna creencia es demasiado sucia, vergonzosa, demasiado políticamente incorrecta para mirar.
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La siguiente etapa consiste en purificar lo que queda para encontrar su esencia. Estos son los principios básicos que subyacen a las partes aparentemente dispares. Una vez que se encuentra el principio, se pueden aplicar ampliamente, en muchos contextos de la vida. Esto es una síntesis en un marco de pensamiento coherente y coherente. Aquí es donde la mayoría de las personas se detienen con la filosofía y la llaman día.
La etapa final implica sumergir la filosofía en el desorden de la vida. No es tanto la filosofía de la vida como la encarnación viva de la filosofía . Esto no se hace una sola vez. La filosofía se sumerge en la suciedad de la vida desordenada, ruidosa, orgánica, para “fermentarla”, probar sus aplicaciones, a través de todas las esperanzas y la desesperación y todo lo que ofrece la vida. Luego, las lecciones de allí se vuelven a extraer de nuevo a su esencia, solo para volver a la vida, una y otra vez. Se hace hasta que la filosofía y el filósofo ya no son distintos.
No hace falta decir que pocas personas lo logran.
Ahora, supongamos que tal individuo existe. Si intentas tomar su filosofía y aprender de ella, ya que no has pasado por este proceso de transformación, lo que terminas es más creencias.