Cómo asegurarme de que nunca confundo movimiento con acción

En mi primer libro, abordé este problema sugiriendo una técnica que sirve para vincular sus acciones con sus objetivos. Para empezar, haga una lista de todo lo que ha logrado ese día. Al lado de cada tarea, escriba qué objetivo está cumpliendo esa actividad. Por ejemplo, puedo escribir “Comprar comestibles para la cena” y al lado escribiré “Mejorar mi salud cocinando comidas en casa”. Esto se puede hacer con algo tan grande como dar un discurso en el trabajo, o tan pequeño como ponerse un par de calcetines limpios por la mañana.

El objetivo de este ejercicio es alertarnos sobre el hecho de que cada acción es capaz de cumplir algún tipo de objetivo. A veces caemos en un sentido de movimiento sin propósito porque hemos perdido de vista esto. Al poner el “por qué” detrás de nuestras acciones, podemos comprender mejor los objetivos generales por los que nos esforzamos.

Esta técnica también es útil para mostrarnos dónde puede haber banderas rojas en la forma en que gastamos nuestro tiempo. Por ejemplo, si escribo mis actividades del día y no puedo vincularlas a ningún objetivo, tengo un problema. Si descubrimos que estamos completando actividades y nunca nos detenemos a considerar el mayor propósito de ellas, será fácil sentir una sensación de falta de sentido.

Espero que esta técnica pueda ayudar. Seguro que me ha ayudado a controlar cómo todas mis acciones pueden impulsarme hacia mis objetivos.