Hay mucho que aprender de ‘The Prestige’ y tomarlo en serio. Es decir, si solo nos queda un momento para saborear los matices de la historia. Dos de estas muchas lecciones se exponen a continuación.
Lección 1: Guardando un secreto.
Con el advenimiento de Internet, esto parece ser una disciplina moribunda en el mundo mágico moderno. No solo los medios digitales han hecho que la diseminación de la información sea fácil, sino que también un número creciente de magos parece tener prisa por lanzar su material por dinero y posteridad.
En contraste, a excepción de la razón de la familia, Borden se niega a desprenderse de su secreto. No el dinero, la fama o la soga del ahorcado pueden influir en él para que abandone el secreto de su truco. Una de las líneas que dice que es entrañable es: “Si revelas el secreto, no eres nada para ellos (el público)”.
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Lección 2: Dedicación al arte.
La película enseña a magos, aspirantes a magos y todo tipo de piruetas de lo que realmente se trata el amor por la magia. A lo largo de la historia, Angier y Borden les muestran a los espectadores cómo dedican sus vidas a presentar las ilusiones mágicas lo mejor que pueden.
En la escena final, donde Angier y Borden conversan en susurros, Angier confiesa que sufrió para que los trucos se convirtieran en grandes. Borden, por su parte, en una escena anterior, corta los dedos meñique y anular de su hermano gemelo para mostrar su compromiso con la perpetuación de su ilusión.
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