Como cristiano, creo en algo ligeramente diferente:
Providencia, “encubierta” como probabilidad.
La suerte no es algo real en absoluto. Sabemos que hay probabilidad y aleatoriedad en la naturaleza. Esto es de naturaleza científica y matemática.
Sin embargo, si hay un Dios omnisciente y omnipotente, que controla activamente todas las cosas, entonces la probabilidad es una especie de ilusión. Dios controla las cosas, pero lo hace de tal manera que las leyes de la ciencia y la probabilidad permanecen intactas, a menos que, en raras ocasiones, Dios realice un milagro.
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Una persona no es realmente afortunada o desafortunada. No es como cuando nace, tiene un número de “suerte” de cero a diez, estampado en la frente. A pesar del control total de Dios, él da elección a las personas. Esas elecciones pueden ser buenas o malas, sabias o imprudentes, y estas elecciones tienen mucho que ver con nuestras circunstancias en la vida.
Pero tome la historia de Job, por ejemplo. Parecía ser una de las personas “más afortunadas” del mundo. Entonces Dios se jactó de él, y Satanás desafió a Dios a que lo dejara probar a Job. Dios permitió que Satanás probara a Job, y Job perdió casi todo. Ahora Job perdió casi todo y parecía ser un perdedor casi total. Cuando Job se mantuvo fiel, Dios lo recompensó restaurando todo lo que perdió, y más.
¿Tuvo suerte o mala suerte Job? Ninguno. Dios estaba trabajando en la vida de Job para demostrar el carácter piadoso. No hubo nada por accidente. Todo fue a propósito. El propósito de Dios, el propósito de Satanás y el propósito de Job. No hace falta decir que Dios ganó. Tener a Dios de tu lado elimina el problema de la suerte.