Están las nellies negativas. Los que constantemente están explicando por qué su idea es demasiado costosa o demasiado lenta o no funcionará. Están los perfeccionistas. Los que nunca pueden decir “lo suficientemente bueno, aquí está”. Tienen que jugar una y otra vez, constantemente haciendo incluso grandes cambios hasta que el proyecto final sea un desastre incoherente.
Hay quienes no siguen bien la dirección. ¿O tal vez lo hacen, pero no pueden leer mi mente? De todos modos, simplemente no parecen entender el propósito de lo que estamos tratando de crear. Una vez hice que alguien hiciera unas veinte versiones diferentes de un póster de concierto, porque ella seguía poniendo teclas de piano. ¿Qué? Sí, había un piano en el concierto. Sería inusual no tener piano en un concierto. Pero no necesita estar en el cartel.
Los mejores son los que siguen bien la dirección y usan sus propias mentes. Entienden el propósito. Toman mis sugerencias específicas como las sugerencias que son, y aportan sus propias ideas y habilidades para concretarlo. Hacen mi trabajo mucho más fácil. Y esto ha sucedido en todos los trabajos que he tenido donde el marketing formaba parte de él.
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