Condicionamiento social
A la gente, desde que son pequeños, a los bebés curiosos, se les dice que es una buena idea atacar a los insectos o huir de ellos. Hay una razón por la que los bebés no comienzan a llorar cuando ven una araña, por ejemplo. Simplemente querrían tocarlo, y ver qué pasa. El adulto, por su parte, entra en pánico. Esto, supongo, se transfiere automáticamente a la mente del niño.
“Oh, mierda, será mejor que me asuste de esta cosa espeluznante”.
Imprevisibilidad
Me asustan los seres cuyos motivos y movimientos no estoy seguro, especialmente aquellos que pueden lastimarme. Una pequeña hormiga roja que corre por mi brazo no me asusta. Sé que puedo sacarlo cuando quiera. Sin embargo, una polilla fea o una cucaracha voladora rara me hace esconderme bajo la seguridad de mi sábana. No puedo predecir su movimiento. Ahora, los ves, Ahora, no. Y de repente, están sobre ti. Sólo el mero pensamiento de eso da miedo.
Beneficio evolutivo
Supongo que los humanos que estaban acostumbrados a juguetear con escorpiones y arañas tóxicas tuvieron consecuencias indeseables. Esto seguramente debe haber creado algún tipo de temor general entre los humanos. “Deja esa maldita cosa en paz, ¿quieres?”
Entonces, en esencia, esta es la razón por la que … los insectos realmente me molestan.
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