En la década de 1970, un entrenador de tenis llamado Timothy Gallway se dio cuenta de que tratar de enseñar a la gente a jugar tenis a través del intelecto simplemente no funcionaba.
Hasta ese momento, él había sido como cualquier otro entrenador de tenis al tratar de mejorar a los jugadores de tenis al enfocarse en la técnica. Él daría instrucciones tales como “mantén tu ojo en la pelota, tu muñeca recta, entra en tu tiro y sigue adelante”.
Pero a pesar de sus mejores esfuerzos, sus clientes lucharon para progresar mucho.
Un día, se dio cuenta de que, en realidad, es nuestra mente consciente lo que HIMEDE nuestro aprendizaje en lugar de fomentarlo. Como resultado, diseñó algunos ejercicios simples para quitarle a la persona la mente consciente de la tarea.
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Por ejemplo, si un jugador de tenis se acercó a él y le dijo que quería mejorar su tiro de revés en la línea, Timothy simplemente comenzaría a golpear las pelotas de un lado a otro con él y le diría que siempre apunte a su esquina izquierda.
Aquí está la parte importante: Timothy le dijo al tenista que tenía que gritar “¡Ahora!” Cada vez que la pelota llegaba a su punto más alto cuando cruzaba la red. Realizar esta simple tarea preocupó a la mente del jugador de tenis y le hizo imposible pensar conscientemente sobre su muñeca, codo, juego de piernas o seguimiento. Sin embargo, después de 5 a 10 minutos, el jugador de tenis notaría que su golpe de revés estaba mejorando significativamente.
La razón por la que funciona esta técnica de distracción es que todos tenemos una inteligencia natural incorporada que funciona mejor cuando nuestra mente consciente no interfiere demasiado con ella. Nuestra mente consciente es excelente para elegir una meta o plantear un problema, pero es relativamente inútil para encontrar la solución y totalmente inútil para tratar de implementarla.
La razón por la que nos metemos en este problema en primer lugar es que no hemos entendido la naturaleza de nuestra mente consciente. Si se detiene y lo examina, la voz en nuestras cabezas es en su mayor parte ansiosa, crítica y de control. Esto a menudo nos lleva a esforzarnos más y forzar una solución, pero es el mero hecho de intentarlo lo que a menudo es suficiente para desincronizarnos con nuestra habilidad innata. Como resultado, nuestras mentes dejan de funcionar correctamente, nos confundimos y nuestra capacidad de desempeño se deteriora.
En cambio, la clave para rendir al máximo es apuntar a un estado de concentración relajada . Enfoca tu atención suavemente en la dirección que desees, pero no hagas un esfuerzo consciente para hacer que algo suceda. En su lugar, deja que tu cuerpo y tu inteligencia innata se eleven naturalmente.
Cuando digo enfoque con suavidad, realmente me refiero a mirar en la dirección de lo que quieres hacer, resolver o alcanzar. Por ejemplo, si estuvieras disparando una pelota de baloncesto, solo mirarías hacia el aro y lanzarías la pelota sin intentar conscientemente disparar el tiro. Si lo intentas, notarás que dispararás mejor sin intentar conscientemente hacer Los disparos que si conscientemente intentas lo mejor.
En entornos que no requieren habilidades físicas, por ejemplo, al dar una presentación a un grupo grande de personas, no se centre en usted mismo o en su capacidad para hacer la presentación o hacerla perfecta. Solo mira a tu audiencia y relájate. Luego abre tu boca y deja que salgan las palabras. Cuanto menos te importe lo que salga, mejor será para tu audiencia.
En resumen, es poco probable que el esforzarse más o aplicar estrategias y técnicas lo ayude a solucionar su problema, ya que el problema es un pensamiento demasiado consciente en primer lugar. Agregar más estrategias, técnicas o métodos solo llevará a más problemas, no menos.