Hace unos años me enamoré de los reinos místicos de la prestidigitación y el mentalismo. Comencé a estudiar, entre otros juegos de manos, cómo conducir a un estado hipnotizado a voluntarios desafortunados.
Cuando un compañero de clase accedió a hipnotizarse, me emocioné y comencé a escribir un guión básico que se suponía que la llevaría suavemente a un jardín de Eden donde su voluntad habría sido mía para jugar. Ya podía imaginar el asombro en los ojos de mis otros compañeros de clase al ver a nuestra amiga, haciendo cosas sumisamente que, bajo circunstancias normales, nunca habría hecho (acciones simples como tocar la nariz u otros actos cómicos y alegres, no tenía la intención de hacer algo malo).
Al día siguiente estábamos allí, sentados en nuestra clase, con la cabeza llena de conocimiento y expectativas. Comencé mi, llamémoslo con este nombre impropio, “rutina”, conduciéndola hacia la semiconsciencia, con mi entusiasmo rompiendo el techo.
Después de quince minutos perdidos, volvió a abrir los ojos y dijo estas mismas palabras: “sí, es genial, porque te hace sentir un poco mareado”. Eso fue todo, nada más que la somnolencia causada por mantener los ojos cerrados.
- Como desarrollar mi paciencia.
- ¿Por qué soy así y cómo lo supero?
- ¿Cómo debo mantenerme motivado cuando veo que las personas hablan inglés con facilidad?
- Cómo volverse tolerante, no desencadenado, mantenga la calma y la luz contra las burlas al no considerarla como una amenaza.
- ¿Qué haces para superar tus inseguridades?
Pero, ¿qué estoy tratando de probar?
Te preguntas si podría ser peligroso. Sí, definitivamente, la hipnosis no debe jugarse en ausencia de experiencia y conocimiento adecuado sobre lo que está haciendo. Sin embargo, lo que deberías preguntarte es si podrías ser peligroso.
No soy un experto, ya que ese fracaso fue mi último encuentro con ese mundo, pero puedo decir sin lugar a dudas que si preguntas esto, no eres capaz de hipnotizar a alguien ni mucho menos. hipnotizandose a ti mismo
Puede aparecer como una forma fácil y efectiva de relegar su baja autoestima en el fondo de su mente, pero debe vencerla confiando su conciencia a un experto (preferiblemente un psicólogo, más que un hipnotizador) o arrastrando su atención. Voluntad, cuerpo y mente fuera de su zona de confort, en lugar de fuera de su control.