La respuesta objetivo obvia, 11, se basa en al menos cinco suposiciones, ninguna de ellas sólidamente fundamentada en la realidad (y al menos una de ellas claramente capaz, y una especista):
1: “Todos tienen dos (2) ojos operacionales Y suficiente agudeza auditiva como para haber notado el ruido”.
Algunas personas son ciegas o tienen deficiencias visuales; otros tienen ojos de cristal y / o afectan parches oculares, ya sea por necesidad o como declaraciones de moda.
Otros tienen una discapacidad auditiva suficiente como para no notar el ruido, especialmente si se han quitado o apagado los audífonos que normalmente usan.
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2: “Todo el mundo en la biblioteca se iniciaría lo suficiente con este ‘ruido fuerte’ para voltear y mirar al malhechor”.
Los bibliotecarios profesionales, especialmente los de larga duración, están presumiblemente acostumbrados a tales cosas, y podrían no prestarles atención, a menos que les sigan otros ruidos inesperados, lo que indica una situación inusual que puede requerir atención o intervención.
3: “El ‘él’ NO se está mirando a sí mismo”.
Puede que haya un espejo grande cerca, y “él” podría estar viendo su reflejo, mientras mira alrededor para ver a quién está perturbado.
4: “No hay gatos de la biblioteca, perros de la biblioteca u otros bichos”.
Muchas bibliotecas tienen un gato de biblioteca; otros no, pero deberían.
Por otra parte, tal vez el bicho de la biblioteca, si lo hay, se cuenta como “gente”.
Si es así, estoy realmente bien con eso.
5: “Todos ‘en la biblioteca’ están al alcance del oído Y en la línea de visión”.
Esta es la presunción más cuestionable, para bibliotecas de cualquier tamaño.
Incluso mi pequeña biblioteca local de la ciudad tiene dos pisos, y las habitaciones que se encuentran fuera de la sala principal, la mayoría de las cuales son, aunque estén a una distancia de distancia entre ellas, no son de línea de visión.
Debido a que ninguna de estas suposiciones se puede presumir correctamente, no tenemos idea de cuántas “personas” hay en la biblioteca, excepto que es un número igual o mayor que algún valor cercano a 8 o 9.
Parece que el escritor de bromas aparentemente nunca ha tenido que estudiar para un examen LSAT, o cualquier otro examen o tarea que requiera una alta precisión en la observación o en el uso de lenguaje descriptivo. En cualquier caso, no serían un buen Testigo Justo en el universo de Robert A. Heinlein.