La ambición por el éxito es un elemento importante en la vida. Proporciona objetivo y propósito a la vida. Pero ganar para preservar la identidad personal crea mucho estrés y ansiedad. Siempre se debe tener en cuenta que no necesitamos demostrarnos a nosotros mismos todo el tiempo.
Hacemos nuestros mejores esfuerzos siempre que la ambición cree un impulso positivo. El deseo de ganar a toda costa nos pone muy ansiosos y lentamente desarrollamos una personalidad ansiosa.
Las personas que son altamente ambiciosas para el éxito tienen una personalidad ansiosa con rasgos de agresión, irritación, impaciencia y enojo descontrolado. Son malos oyentes, interrumpen demasiado y no dejan que otros hablen. Tienen el impulso constante de competir. No se mantienen tranquilos y se provocan mucho estrés y ansiedad.
Cómo vivimos tiene una gran influencia en nuestro bienestar. Sentir la necesidad constante de competir crea ansiedad e impaciencia. Pone en peligro nuestra salud. Tenemos más probabilidades de tener el riesgo de enfermedad coronaria del corazón. Debemos modificar este comportamiento y aprender a relajarnos.
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Debemos establecer metas que sean consistentes y alcanzables; de lo contrario, desarrollamos el rasgo de agresión que conduce a reacciones explosivas. Debemos colocarnos sobre nosotros mismos el valor que nos hace sentir que somos amables y valemos la pena.
La intolerancia no hace bien. Nadie es perfecto. El pensamiento positivo y el cambio de algunos aspectos de la vida sin duda pueden mejorar la calidad de nuestra vida.
El yoga y la meditación pueden ser de gran ayuda.