En primer lugar, la ideología política está sirviendo a aquellos que están en el poder y ayudan a proteger los intereses del grupo, lo cual es posible solo al hacerlo de manera consistente. Sin este enfoque consistente, al resolver problemas que emplean métodos individuales que se contradicen entre sí y con la idea principal, inevitablemente se producirían fallas y pérdida de poder.
Una ideología competitiva da la oportunidad de ganar algún día. Sin seguirlo, no habría esperanza de que otro grupo logre logros significativos. El enfoque sistémico ofrecido por la ideología fortalece su posición.
Es cierto no solo en política, sino en otras áreas, por ejemplo, en ciencia y tecnología. Siempre usamos un conjunto consistente de reglas y métodos para tener éxito. Incluso una palabra similar “metodología” se utiliza para denotar este principio. Por ejemplo, no podemos imaginar hacer algo científico correctamente sin adherirnos al método científico.
El mundo sin ideologías políticas sería mejor solo si, en cambio, no hubiera política, sino un gobierno mundial que coordinara todo de la mejor manera racional posible, haciendo que todos sean prósperos y felices. Pero es una historia diferente y no va a suceder mañana.
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