Si también es el caso, como se comentó brevemente más arriba, que las fortalezas y los rangos de las fuerzas de la naturaleza también dependen del estado cuántico del universo, entonces llegamos a una conclusión notable. Tanto la linealidad como la localidad de la mayoría de los sistemas físicos no serían consecuencia de algún conjunto fundamental de leyes, sino que se deberían al estado cuántico peculiar en el que se originó el universo. La inteligibilidad del mundo, el hecho de que podamos descubrir progresivamente leyes y ampliar nuestra comprensión de la naturaleza, el hecho mismo de que la ciencia funcione no sería un derecho inevitable y absoluto, sino que podría atribuirse a condiciones iniciales cósmicas especiales, tal vez muy especiales. La “efectividad irrazonable” de las matemáticas en su aplicación al mundo natural se debería entonces a condiciones iniciales irrazonablemente efectivas.
“Paul Davis; La Mente de Dios; Capítulo 6: El Secreto Matemático; ¿Cómo podemos saber algo sin saberlo todo?”
EINSTEIN UNA VEZ SEÑALÓ que lo que más le interesaba era si Dios tenía alguna opción para crear el mundo tal como es. Einstein no era religioso en el sentido convencional, pero le gustaba usar a Dios como una metáfora para expresar preguntas profundas de la existencia. Esta pregunta en particular ha molestado a generaciones de científicos, filósofos y teólogos. ¿El mundo tiene que ser como es o podría haber sido de otra manera? Y si hubiera sido de otra manera, ¿qué tipo de explicación deberíamos buscar para saber por qué es así?
Al referirse a la cuestión de la libertad de Dios para crear un mundo de su elección, Einstein aludió al filósofo del siglo XVII Benedicto Spinoza. Spinoza era un panteísta, que consideraba los objetos en el universo físico como atributos de Dios y no como creación de Dios. Al identificar a Dios con la naturaleza, Spinoza rechazó la idea cristiana de una Deidad trascendente que creó el universo como un acto libre. Por otro lado, Spinoza no era ateo: creía que tenía una prueba lógica de que Dios debía existir. Debido a que identificó a Dios con el universo físico, esto representó una prueba de que nuestro universo particular también debe existir. Para Spinoza, Dios no tenía otra opción en el asunto: “Dios no pudo haber creado las cosas de ninguna manera o en un orden diferente al que realmente ha obtenido”, escribió.
“Paul Davis; La Mente de Dios; Capítulo 7 ¿Por qué el mundo es como es?”