“Las cuerdas de nuestros títeres son difíciles de ver, así que nos percibimos como libres”. – Theodore Melnechuk, Poeta y Científico
Hemos entregado nuestra inteligencia emocional a otros, quienes, consciente o inconscientemente, nos han convertido en sus títeres emocionales personales.
Cuando lo piensas … Cuando alguien más nos obliga a hacer cosas contra nuestra voluntad, lo llamamos esclavitud, pero ¿cómo llamamos cuando alguien decide qué debe suceder dentro de nosotros? Quiero decir, ¿con qué frecuencia sientes que absolutamente cualquier persona a tu alrededor puede tocar tus cuerdas y hacerte sentir cosas que no quieres sentir? ¿Con qué frecuencia es alguien capaz de presionar sus botones y voltear su día al revés? Estoy hablando del peor tipo de esclavitud de todos: la esclavitud emocional . ¿La peor parte? La mayoría de nosotros ni siquiera somos conscientes de ello.
Obviamente, nuestro mundo exterior nunca sucederá al cien por cien de la forma en que lo queremos, pero ¿qué pasa con nuestro mundo interior? ¿Es posible controlar nuestro cuerpo y mente hasta el punto de tener la libertad de elegir cómo nos sentimos en una situación determinada? ¿Es incluso posible?
- Consejos de vida: ¿Qué debo hacer si nada está funcionando?
- ¿Cuáles son las cosas más importantes para recordar al criar a un adolescente?
- ¿Cómo se hace frente a sí mismo a los 26 cuando las personas a los 20 hacen lo mismo mejor y de manera eficiente?
- ¿Qué sabiduría han recogido las personas de sus abuelas?
- ¿Qué 5 consejos le darías a tu yo más joven sobre la inversión?
No puedo responderte esa pregunta porque soy como tú. Un esclavo, de mis pensamientos que son dictados por las personas que me rodean. Pero todo lo que puedo hacer es inculcar un pensamiento más en tu mente que te permitirías ser esclavo? ¿Ni siquiera intentarías superarlo? ¿No te harías fuerte desde dentro, tan fuerte que no más, serás afectado? ¿No intentarías siquiera controlar algo que está realmente dentro de tu cabeza y tienes el poder de detenerlo?
Leí esto en algún lugar donde todos hemos sido agradecidos por la fuerza para hacer todo lo que deseamos. Lo único que necesitamos son tres segundos, para llenarnos con esa “voluntad” que esperamos toda nuestra vida. Una vez que damos esos honestos tres segundos, la mente ya no se jode con ninguno de nuestros planes.