Severn Suzuki, de 12 años, creció obsesionada con temas como la contaminación del océano, la pobreza y el calentamiento global. Comprendió que las decisiones que los adultos tomen en torno a estos temas afectarían su vida y la de las generaciones futuras. Ella creía que ella y otros niños deberían estar presentes durante importantes conversaciones globales sobre estos temas.
Así que Severn fijó su mirada en las Naciones Unidas: en más de 50 años, ningún niño había asistido a una conferencia de la ONU donde los líderes hablaban sobre la salud futura del mundo. Ella creía que era hora de un cambio: no solo descubriría cómo asistir a una conferencia de la ONU; ella haría oír su voz.
Severn solicitó asistir a la Conferencia a través de la organización ambiental sin fines de lucro que ella y 3 amigas fundaron cuando tenían 9 años. Cuando se aceptó su solicitud, no porque Severn fuera un niño, sino porque había creado una organización sin fines de lucro relevante, sabía que era solo el comienzo.
Cuando Severn llegó a Río, comprendió que su siguiente desafío era descubrir cómo asegurar que se escuchara su mensaje sobre la participación de los niños en la conversación global. Rápidamente, aprendió que un orador no asistía a la conferencia. Así que ella se ofreció para reemplazar a ese orador. ¡Y ella fue aceptada!
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Unos días después, se detuvo en el podio, miró a la audiencia y comenzó a hablar con voz clara. Puede que solo tuviera 12 años, pero su aire de autoridad y su pasión eran evidentes: “Soy solo una niña y no tengo todas las soluciones. Quiero que te des cuenta, tú tampoco.
Cuando Severn terminó de hablar, los delegados se pusieron de pie y aplaudieron. Pero lo más importante, se pusieron en acción. En la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, los niños fueron invitados a asistir y participar en el evento. Y todo sucedió porque una niña tuvo el coraje de exigir su derecho a ser escuchada.