Cuando otra persona te mira, su percepción se modifica de manera significativa por toda una gama de emociones y preconceptos, en la medida en que dos personas nunca están de acuerdo en una “realidad objetiva”. En su grado más lejano, esto podría verse cuando a los miembros de diferentes tribus o razas o grupos homogéneos se les pide que juzguen la belleza de un miembro de un grupo marginado. Sus percepciones de esa persona marginada están muy fuertemente moldeadas y afectadas por las normas culturales de su propio grupo. Un ejemplo común involucra nuestro actual disgusto cultural por la obesidad, que lleva a que el cerebro imponga filtros y juzgue cómo se percibe a las personas grandes; pueden verse como astutos, feos, perezosos y de bajo intelecto o moralidad.
Estos filtros y juicios no pueden separarse de la realidad objetiva, porque el acto de percepción es subjetivo.
Cuando te miras en un espejo, son tus propias normas culturales y experienciales las que afectan lo que ves. Si vives en una cultura donde las apariencias juveniles son apreciadas por encima de todo, tus propias arrugas y manchas de edad aparecerán tanto más significativas como antiestéticas.
Toda percepción es subjetiva.
- ¿Es IQ (el libro inteligente, ser bueno en matemáticas) más importante que la inteligencia social (inteligencia de la calle, buena personalidad de lectura, sentido común, etc.)?
- Dejando a un lado los sombreros de estaño, ¿crees que Erdogan organizó el golpe?
- ¿Qué pensaría acerca de no ir a la universidad y perseguir lo que realmente quiere hacer en la vida?
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Entonces, no. La persona que ves en un espejo no es la persona que otras personas perciben.