Como dice el viejo dicho, la libertad es una maldición y una bendición al mismo tiempo. Jean Paul Sartre, el filósofo francés, acuñó una frase muy provocativa y veraz: “Estamos condenados a la libertad porque una vez arrojados al mundo somos responsables de todo lo que hacemos”. Por lo tanto, la libertad no solo es esencial, sino que es la existencia misma de todos seres vivos. Eso es lo único que tenemos y controlamos: libertad para pensar, sentir, actuar y elegir, y sin importar las elecciones que hagamos, somos plenamente responsables de ellas y de las consecuencias posteriores.
Puede verse afectado por una serie de combinaciones sobre las cuales no tiene control (país de nacimiento, padres, situación económica, raza, etc.), pero es su libertad la que le permite lidiar con esos problemas y muchos otros (problemas emocionales, carrera, amigos, relaciones, cosas críticas o insignificantes). Independientemente de lo que decida hacer, es su responsabilidad y, por lo tanto, su libertad de elección.
A riesgo de ser redundante, cito nuevamente a Jean Paul Sartre: “La libertad es existencia y en ella la existencia precede a la esencia”
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