En un bosque denso y rico, una mariposa pone sus huevos en una hoja elegida.
Con una creencia descuidada de que el medio ambiente es protector y favorable, se aleja fríamente, dejando vidas frágiles para luchar por la supervivencia. Ellos son la presa.
Estos huevos deciden desviar el alimento del aislamiento impuesto, superando los males de los bosques y transformándose en orugas frágiles.
Las orugas se alimentan con abandono de esas mismas hojas que fueron su refugio, su protector, su matriz. Es el depredador ahora.
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Una vez que la crisálida se rompe, un delicado par de alas intrincadamente diseñadas se agota en su intento de alejarse flotando. Muy lejos. A algún lugar de confort y seguridad.
La mariposa ganó su batalla. Solo.
Mirad. La supervivencia superó la extinción.
La leña de la lucha incansable mantiene encendida la llama de la supervivencia.
El instinto de supervivencia es antiguo y poderoso. Si permites que te domine, en poco tiempo, perseguirá la inmortalidad.