Trabajé durante algunos años en el sector de la salud pública en Arabia Saudita. Esto implicaba reunirse y hablar con los nativos a diario. Desde que emprendimos campañas de vacunación hacia el interior, nos vimos expuestos a los pensamientos y opiniones de las personas fuera de lo común.
En mi opinión, la mayoría de los saudíes están perfectamente felices con la forma en que viven. Son personas muy orientadas hacia la familia y la comunidad, y consideran que su rey es lo mejor desde la leche de camello. Las personas son increíblemente amigables y hospitalarias, tienen una tasa de delincuencia casi insignificante, la atención médica, la educación, la vivienda y las quejas públicas están cubiertas y la pregunta más importante en la mente de todos es: ¿qué tan cerca está de la próxima copa de shai? La educación y las profesiones están abiertas a las mujeres que las quieren, pero para la mayoría de las mujeres son secundarias a la familia. Esto cambia a medida que las personas se ven expuestas a influencias externas: en las ciudades hay mujeres que no quieren el velo, quieren conducir y tocar en bandas. Probablemente sus números aumentarán con el tiempo. Pero no voy a contener la respiración para una revolución allí en el corto plazo.
El tipo de preocupaciones que acosan a la mayoría de las otras sociedades parece haberse saltado este país, no se ven la pobreza, huérfanos, mendigos, personas sin hogar o personas abandonadas. Tal vez estoy siendo simplista, pero creo que el régimen es mucho más progresista y está más abierto al cambio que las personas.
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