Uno de mis lamentables momentos fue cuando no pude expresar mis pensamientos y mi postura a los demás. A veces no es bueno simplemente estar de acuerdo y no mostrar su lado. Tal vez, temía que pudieran ofenderse y causar división entre nosotros. Una vez creí que estar en paz es mejor que tener razón: ganar a la persona, perder el argumento, pero a veces produce energía negativa.
Lo que pasa es que siempre me importa lo que piensen los demás, como resultado me convierto en su prisionero. Por lo general, no puedo ganar una discusión porque sé en mi corazón que los entiendo y entiendo por qué parecen ser así. Me importa poder lastimarlos al decir la verdad o decir mis puntos de vista sobre todo. Eso a veces me hace vulnerable a lo que creo en la vida. No quiero lastimarlos porque sé cómo se siente eso. Quiero gritar pero necesito mantenerlo dentro de mi corazón donde me está matando más.
En consecuencia, me vuelvo duro y emocionalmente fuerte para que nadie pueda lastimarme. Una cosa que he aprendido en la vida es que no necesitas la opinión de los demás para decidir a qué parte debes ir. Si no pueden aceptarte por tu postura, que así sea. No dejes que te cambien, déjate ser tú. Está bien siempre y cuando realmente creas en lo que dices que es verdad y no porque seas influenciado por otros para defender tu creencia.
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