El peor consejo que me dieron fue ser tolerante con las cosas que me parecían aborrecibles porque representaban diferencias culturales. Si bien el concepto es noble (la multiculturalidad y la armonía entre otros seres humanos promueven la paz y la comprensión mutua) también insinúa el debilitamiento de nuestras facultades críticas hacia lo que debemos aborrecer y oponernos.
En un momento en la escuela, recuerdo haber preguntado por qué Europa estaba considerando implementar leyes contra la blasfemia cuando infringen la libertad de expresión. Me dieron la respuesta bastante temerosa de que todos deberíamos cuidarnos y entendernos unos a otros, incluso si este cuidado se produce a expensas de las libertades que tenemos tan cerca y queridas en nuestros corazones, como la libertad de comunicarnos y cuestionar ideas.
Así que sí, ser tolerante fue la peor información que he recibido. Se ve bien en la superficie, pero todo lo que representaba era opacar mis facultades críticas frente a la intolerancia.
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