Vivimos en la modernidad tardía pero la premodernidad prospera. Está a nuestro alrededor y dentro de cada uno de nosotros. Existe en forma de tradiciones, costumbres y hábitos que se transmiten de una generación a la siguiente. Para miles de millones, las religiones premodernas forman una parte muy importante de ese legado de la tradición.
Tenemos muchos conflictos entre lo tradicional y lo moderno. Ese conflicto existe entre grupos e individuos. También existe dentro de cada individuo.
El pensamiento secular puede parecer mejor para explicar y orientar la condición humana, pero eso es una opinión. Nada mas.
Se puede argumentar igualmente que la explicación científica atea, humanista, naturalista y científica de la realidad nos ha llevado a un mundo maldito por el ecocidio, la degradación y contaminación del medio ambiente, la sobrepoblación y la guerra industrializada y que, por lo tanto, el pensamiento ateo y naturalista es manifiestamente malo.
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El Renacimiento europeo abrió la puerta al pensamiento secular; la Reforma cristiana europea dio lugar a una pluralidad de creencias que llevaron a comparaciones que a su vez condujeron a un rechazo creciente de todas las creencias. Y así, el ateísmo se convirtió en una característica del paisaje cultural europeo. La revolución científica impulsó el ateísmo. Y desde la Reforma hemos tenido guerras de religión, guerra de clases, racismo, colonialismo e imperialismo, todas ellas moldeadas por el conflicto entre lo moderno y lo premoderno, parte del cual es el conflicto entre lo secular y lo religioso.
El conflicto entre los teístas y los ateos continuará en el futuro debido a que muchas personas son criadas en hogares teístas tradicionales o se convierten al hacer proselitismo de los teístas. La religión no se va.
No lograremos la reconciliación entre los pueblos de creencias en conflicto, o entre los modernos y los premodernos, si los modernos adoptan una actitud de desprecio hacia los teístas. Sus explicaciones no son inferiores. Ellos son diferentes.