De la misma forma: nunca se encontrarían y sus respectivos mundos nunca se cruzarían,
James Bond existe en un universo donde el Reino Unido todavía tiene un papel político importante en el escenario mundial y su trabajo es mantener ese estatus. En lugar de que Estados Unidos, China o la Unión Soviética (ahora Rusia) envíen agentes para salvar al mundo, esa posición sigue siendo competencia del Servicio Secreto Británico.
Jason Bourne, por otro lado, existe claramente en un universo completamente dominado por la inteligencia estadounidense. Por razones mejor explicadas en las novelas, la “Agencia” encontró la necesidad de crear un cuadro de asesinos altamente capacitados cuyas habilidades mejoradas fueran más allá de las de los seres humanos normales. Pierden el control de uno de estos agentes (Bourne) y ahí es donde comienza la historia. Lo único en juego son las carreras de los superiores en la Agencia; A Bourne nunca se le presenta una amenaza (ni, para el caso, un salvador) del mundo.
James Bond y Jason Bourne podrían existir fácilmente en el mismo universo y nunca encontrarse entre ellos durante cualquiera de sus respectivas aventuras.
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