Intenta y piensa en algo que sabes que existe. Manzanas, naranjas y peras. Fácil.
Ahora intenta y piensa en algo que no sabes que existe. Dragones, unicornios, y su posible amor por mí. Pensar en ello todavía es fácil.
Ahora intenta y piensa en algo que no puedes saber que existe. Este es un callejón sin salida.
La existencia es el producto de la mente, y se llaman abstracciones. Si eres un programador, crearlos es parte de la descripción de tu trabajo. También hay un nombre menos técnico para ellos con el que todos estamos familiarizados. Son palabras Las palabras son los nombres que damos abstracciones. Y si podemos limitarnos a algo específico y recordarlo constantemente, podemos darle un nombre a ese algo. Le damos una palabra. Y de ahí en adelante, lo recordamos con una sola palabra. Toda nuestra colección de palabras conforman nuestro lenguaje.
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Las palabras son nuestra interfaz con todo lo que existe. Algunas existencias son tan obvias y comunes que les otorgamos una palabra. Pero por lo demás, articulamos las existencias utilizando oraciones, metáforas e historias, que es lo que estoy haciendo aquí. A tu pregunta existen respuestas. Esta es una de esas respuestas.
Podrías pensar que hay cosas sin palabras. Excepto, tal existencia se expresa con palabras precisamente por la clase de existencias que se incluyen en “lo que no se puede describir con palabras” (solo las describimos con palabras).
Así que no hay una existencia que se escape, y no hay acceso a la no existencia a menos que ya la tengamos. Nuestra capacidad para abstraer es una capacidad física proporcionada por nuestro cerebro. Los patrones que extraemos también dependen de nuestros sentidos físicos y de nuestras experiencias. Eso es lo que hace que todo sea real y también físico. Las palabras pueden parecer superficiales, arbitrarias y simbólicas, pero son asociaciones reales a existencias reales.
Y eso es también lo que hace que la filosofía sea real. Usted pensaría que no llegaríamos a ninguna parte simplemente arrastrando las palabras en nuestra cabeza de nuestros sillones, pero resulta que eso es todo lo que tenemos que hacer para pensar y filosofar acerca de todo lo que existe, porque todo está en nuestra cabeza. Nuestros cerebros no van a ninguna parte, así que nosotros tampoco debemos ir. El lenguaje ya contiene todo lo que es real para nosotros, y al entregarle a un filósofo este trabajo, tienen todo lo que necesitan.
Nuevas existencias surgen de nuevas experiencias y nuevas tecnologías. También emergen de nuevos patrones que creamos con palabras. Puedo combinar “rosa” con “limonada” y crear la frase antes de crear la bebida. Esto funciona, porque las palabras también forman patrones. Así como las palabras pueden generar más palabras, las abstracciones pueden generar más abstracciones. Y las palabras también son cosas. Podemos escribirlos, compartirlos, mirarlos. Son cosas que se refieren a otras cosas, pero también existen y tienen consecuencias, como consumir tinta o consumir la respiración.
Todo esto es un proceso continuo, progresivo, de adaptación, y está sucediendo mientras hablamos. Debido a que el lenguaje se comparte, todo este proceso ocurre en paralelo a través de un esfuerzo grupal. Como aquellos de nosotros que somos prácticamente idénticos físicamente compartimos nuestras experiencias relativamente idénticas, nuestras palabras también pueden ser idénticas.