Limitando el alcance de la pregunta estrictamente a mí mismo, no hay mucho, pero hubo muchos incentivos para que saliera de la zona de confort.
Yo estaba malditamente gordo . Sí, más que el rango socialmente aceptable. Yo no estaba dando una mala pasada al respecto. No me di cuenta de lo que el mundo piensa acerca de mí siendo tan gordo.
La patada llegó cuando estaba en mi segundo año, estaba en la refinería de Mina Al-Ahmadi, Kuwait. Estuve ahí para mi entrenamiento, que fue por 28 días.
En las refinerías no se le permite usar ropa normal, tiene que usar un traje de caldera hecho de poliéster que cubra todo su cuerpo. Al igual que el lindo vestido pequeño que usan los bebés, pero mucho más duro.
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Yo estaba entre el grupo de 5 estudiantes que estaban inscritos para la capacitación de verano. Todos nos dieron un traje de caldera, un equipo de protección para los ojos y un casco.
No me ajusté a mi traje mientras que otros lo hicieron.
Estaba avergonzado. Por primera vez me di cuenta del problema que enfrentaría en el futuro si continuaba siendo el mismo.
El dolor no había terminado. No me permitieron entrar a la refinería durante los dos días siguientes porque no tenía mi traje y no encajaba con el que me habían dado.
Tuve que moverme en el mercado local para obtener uno que me convenga, lo cual no fue fácil porque mi tamaño era superior al normal.
Desde ese día, 18 de mayo de 2014, juré que nunca volvería a ser el mismo.
Comencé a hacer ejercicio. Todas las mañanas, cuando el alarmado no me despertaba, la vergüenza que enfrentaba, la vergüenza que sentía, me perseguían como un perro salvaje y me ponían a trabajar como si no hubiera un mañana. Cada vez que estaba avanzando lentamente hacia el fracaso, me puse a pensar más en el momento en que comenzó todo esto …
Han pasado dos años desde entonces. Me gradué de la universidad con buenas calificaciones. Las cosas han cambiado, yo he cambiado. Lo más importante es que mi disposición hacia la vida ha cambiado. La vida es sinónimo de cambio. Si no te adaptas, perecerás. Y me cambié.
Hoy me encuentro como un ingeniero joven en forma, listo para enfrentar los desafíos.
Gracias al dolor y la humillación que enfrenté ese día, eso me impulsó a cambiar.
Y, sí, eso es todo.