Tengo un montón y un montón de em, pero me quedo con este por ahora.
En los días en que era niño, mi padre y yo teníamos este extraño acuerdo cada vez que visitábamos un supermercado. Sin usar ninguna cesta, carrito o bolsa, se suponía que debía recoger y cargar tantos chocolates como fuera posible. Papá me las compraría. Fue una experiencia increíble, por decir lo menos, porque hizo que todos los niños a mi alrededor se pusieran celosos y molestaran a sus padres por los chocolates.
Recientemente, papá estaba en la casa de mi abuelo (su padre) y el hijo del vecino, una niña de probablemente 6-7 años vino a visitar. Mamá y papá la llevaron con ellos cuando visitaban el supermercado para comprar víveres y papá, como era su costumbre con el mío, le pidió al niño que recogiera chocolates. Ella siendo una buena chica escogió pocos chocolates y eso fue todo. Papá le dijo a mamá “Sweety ayyunte ee patiki rack antha khali aipoyedi” (Si fuera Sweety, ese soy yo, el rack habría estado vacío).
Estaba tan feliz y orgulloso al escuchar que, como siempre, seré la niña de papá dy