Todos mienten.
Desde pequeñas mentiras blancas inofensivas hasta mentiras patológicas, se usan en una variedad de situaciones. Mentimos intencionalmente para protegernos a nosotros mismos oa los demás, para evitar las consecuencias de la verdad o simplemente porque podemos.
Nos mentimos incluso a nosotros mismos. Como especie, hemos fabricado mitos, constructos, conceptos, morales, ideologías, religiones, países, todos productos de nuestra imaginación. En la vida real, esas no son cosas concretas, evidentes, tocables. En otras palabras, se podría decir que vivimos en una ficción, somos personajes de un mundo imaginario. Nos llevan a creer en las cosas inventadas de la misma manera que nuestras vidas se gastan de manera ficticia, cumpliendo con las reglas extravagantes e imaginativas. El mundo real es sustancialmente diferente.
Mentimos porque es el control máximo que podemos ejercer sobre nosotros mismos.
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Algunos de nosotros desarrollaremos el hábito de decir siempre la verdad, pase lo que pase. Hay un precio a pagar por eso. Pero recuerda que la verdad es otra construcción, es la forma en que elegimos percibir la realidad.
Imagina un diamante. Reflejará la luz de diferentes maneras, aunque sea la misma piedra. Dependiendo de la forma en que me encuentre, veré diferentes colores o formas. Lo mismo sucede con nuestra percepción de la realidad. Entonces lo que es verdadero para ti puede ser falso para mí.
En general, esta vida ficticia que vivimos también podría verse como un diamante. La combinación de átomos de carbono más hermosa, más dura y de múltiples formas.
Desde una mentira hasta un diamante, hemos estado luchando por más de 2 millones de años. Piénsalo.