Dedico mi vida a la investigación para encontrar una cura para mi enfermedad y caer en un pozo de desesperación cada vez que tengo que ver morir a un ser querido.
Si fallo en eso, tendría una de dos opciones: 1, ocultar a simple vista. Me casaría, tendría unos cuantos hijos y haría todas las cosas “normales” que hacen los adultos. Cuando sea evidente que no me estoy muriendo, fingiré mi muerte y comenzaré de nuevo con un nuevo alias. Esto será más fácil de hacer en los países menos desarrollados con menos burocracia, por lo que dedico tiempo libre a aprender los idiomas y costumbres locales para ajustarme más y no llamar la atención. 2, poseerlo. Probablemente me convertiría en un bombero o algo similar y no tratar de ocultar mi inmortalidad. De esta manera, podría usar mi vida con el valor moral más alto, aunque siempre habría un temor de que me criticaran por no hacer lo suficiente durante cada desastre y la gente siempre intentaría diseccionarme para recrear mi inmortalidad en otros.
Debido a la naturaleza de la inmortalidad, las generaciones de la sociedad se iban olvidando gradualmente de mi existencia y así podría alternar entre las opciones 1 y 2 cada vez que me sentía como un cambio de ritmo.
No creo que alguna vez sea feliz y siempre lloro por mí mismo.