Tuve mi crisis de la mediana edad a los 17 años, cuando me di cuenta de que no importaba lo que hiciera o dejara de hacer, era demasiado vieja para ser gimnasta olímpica. Esa parte de mi vida, esa oportunidad (no es que hubiera mucho de una), se había ido para siempre.
En una nota seria, algunas personas experimentan crisis de la mediana edad cuando miran bien sus vidas y comparan la realidad con el sueño que tenían cuando eran jóvenes. En lugar de ser el próximo Perry Mason, que defiende a personas hermosas y corrige errores en una sala de audiencias, pasan sus días tratando de mantener a los conductores ebrios borrachos fuera de la cárcel.
En el espectro opuesto, han llegado a la cima del campo que eligieron y, “¿Eso es todo? Ahora todo está cuesta abajo desde aquí”.
En cualquier caso, uso mi ejemplo para explicar que hay muy pocas cosas en la vida que están cerradas para ti cuando alcanzas cierta edad en la edad adulta. Primero, una confirmación honesta de que él o ella es demasiado viejo para lograr algunos objetivos: “No, es cierto que eres demasiado viejo y demasiado tarde para ser un gimnasta olímpico o un corredor de los Vikingos”. Con esa declaración, generalmente reciben el mensaje de que, sí, algunas opciones se han ido para siempre, pero las cosas en la vida que aún están abiertas para ellos son infinitas.
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Si tienen adolescentes que agotan sus finanzas o consumen todo su tiempo libre, eso también podría hacer que se sientan atrapados o atrapados. Una confirmación de que sus sentimientos son válidos ayuda: “Sí, hasta que sus hijos salgan solos, su tiempo y dinero serán suyos”. Pero luego pregunte: “¿Cuáles son tus planes una vez que están por su cuenta? ¿Cuáles son tus sueños?” Solo planear y soñar con opciones hace maravillas para sentirse atrapado.
Por fin, un recordatorio de que esto, también, pasará. Así como todo lo bueno llega a su fin, también lo malo.