Estamos condenados solo si continuamos en nuestra trayectoria actual de permitir que el ego maneje el mundo. El ego, una cualidad que se encuentra en la humanidad pero en ningún otro lugar de la naturaleza, es algo interesante. Es la fuerza que nos ha impulsado a lo largo de los milenios para desarrollar un mundo moderno, conveniente y cómodo.
Lo que estamos viendo ahora es el otro lado del ego: la codicia, la lujuria por la riqueza y el poder, la explotación de otros para beneficio personal. Este lado más oscuro del ego nos separa. Nos volvemos malos y críticos. Nos polarizamos, uno contra el otro. Usamos mal el poder que acompaña al dinero para obtener más dinero.
El ingenio de los que vinieron antes se utilizó para crear un entorno beneficioso para todos, comenzando con alimentos, refugio, etc., y avanzando a través de la industrialización y los avances tecnológicos. Pero ahora la intención, por qué actuamos, se ha corrompido en lo que hay para mí.
Creo que todo se reduce a: Haz a los demás como te gustaría que te hicieran a ti. Al alinearnos con ese axioma, desarrollamos dentro de nosotros la intención correcta de un futuro conectado y próspero.
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