Nacer pobre es el destino. Pero permanecer y morir como pobre es la elección de uno.
Llevar una vida normalmente saludable es el propio deber para con uno mismo. Sin embargo, si uno tiene que sufrir enfermedades incurables, debe tratarse como un hecho bastante desafortunado en la vida. Orar bajo estas circunstancias ayudará a aliviar mucho el dolor.
No existe una gran entidad para dar una bendición a uno fácilmente, ayudar a otro en parte y ignorar la súplica de otro. No hay tal cosa que suceda.
La oración a Dios en realidad fortalece la esperanza y la resolución de uno. No da una garantía para terminar con los problemas de una vez por todas. Mientras actuemos, tenemos que reconocer el acto y también las consecuencias que trae de inmediato, tarde o temprano. En caso de duda o condiciones desesperadas, uno debe orar a Dios para que busque claridad y ganar confianza. Sin embargo, el acto y sus consecuencias aún deben ser propiedad de esa persona únicamente.
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