Me quedé dormido en mi cama y tuve un sueño. Vi una brillante figura dorada que se llamaba Moria. Ella prometió: ‘Sigue los tres principios profundos que te enseñaré. Conocerás la verdadera sabiduría y te volverás rico y famoso ‘. De inmediato supe que podía darle a mi sabiduría un impulso colosal, así que escuché atentamente cada palabra. Pero cuando desperté, había olvidado cada uno de esos principios asombrosos.
Encontré dos fórmulas para la sabiduría en internet. Joseph Tan sugiere una fórmula que he cambiado para leer: eW = rC2 <rC1. Desde este punto de vista, el alcance de la sabiduría de una persona (eW) es igual a su capacidad para aumentar su tasa de autocorrección (rC) de una situación a otra. (https://www.youtube.com/watch?)
La segunda fórmula también se basa en la capacidad de las personas para aprender de sus errores: W = (M / E) al poder exponencial de sr x o. En la fórmula de Colin Coyne, la sabiduría (W) es igual a la proporción de nuestras experiencias (E) a nuestros errores (M): mientras más fallas tengamos, mayor será nuestra sabiduría, sobre la base de que aprendemos de nuestros errores. Esta relación debe ser capturada por nuestra capacidad de autorreflexión (sr) multiplicada por nuestra objetividad y honestidad (o). (v = OJCBPfMN9IEhttp: //hines.blogspot.com/2012/02/tedxbirmingham-colin-coyne-purple-dots.html)
También hay una especie de fórmula en el Libro bíblico de Proverbios que es, muy libremente: Buscar sabiduría; Comprométete con Dios; Sigue el camino de la justicia. Esto se convirtió en una visión tradicional israelita, aunque siempre se reconoció que “Muchos son los planes en un corazón humano, pero es el propósito del Señor el que prevalece” (Proverbios 19:21).
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La visión tradicional podría distorsionarse fácilmente para leer, ‘Si sigues la fórmula, serás rico y exitoso’. Desde diferentes perspectivas, los libros de Job y Eclesiastés se rebelan contra esto. No importa cuánto aprendamos de nuestros errores y reflexionemos sobre nuestra experiencia de la vida, no hay garantías. No importa cuán bueno sea nuestro proceso de toma de decisiones, los accidentes y las circunstancias imprevistas pueden evitar que nuestros planes sean efectivos. Hay límites a la sabiduría humana que impiden que sea formulada.