Leonardo da Vinci fue un polímato renacentista italiano: pintor, escultor, arquitecto, músico, matemático, ingeniero, inventor, anatomista, geólogo, cartógrafo, botánico y escritor. Su genio, quizás más que el de cualquier otra figura, personificaba el ideal humanista renacentista.
Leonardo ha sido descrito a menudo como el arquetipo del Hombre del Renacimiento, un hombre de “curiosidad insaciable” e “imaginación febrilmente inventiva”. Es ampliamente considerado como uno de los mejores pintores de todos los tiempos y quizás la persona con más talento que jamás haya vivido. Según la historiadora de arte Helen Gardner, el alcance y la profundidad de sus intereses carecían de precedentes y “su mente y personalidad nos parecen sobrehumanas, el hombre mismo misterioso y remoto”. Marco Rosci afirma que si bien hay muchas especulaciones sobre Leonardo, su visión del mundo es esencialmente más lógica que misteriosa, y que los métodos empíricos que empleó fueron inusuales para su época.
Da Vinci fue una de las grandes mentes creativas del Renacimiento italiano, muy influyente como artista y escultor, pero también inmensamente talentoso como ingeniero, científico e inventor.
Si todo este trabajo hubiera sido publicado en una forma inteligible, el lugar de Da Vinci como científico pionero habría sido indiscutible. Sin embargo, su verdadero genio no fue como científico o artista, sino como una combinación de los dos: un “artista-ingeniero”. Su pintura era científica, basada en una comprensión profunda del funcionamiento del cuerpo humano y la física de la luz y la sombra. Su ciencia se expresó a través del arte, y sus dibujos y diagramas muestran a qué se refería y cómo entendía que el mundo funcionaba.