Nuestros sentidos limitados son nuestra cosmovisión. Hemos ampliado nuestros sentidos mediante el uso de la tecnología. Ahora podemos ver en la oscuridad con imágenes infrarrojas; Podemos ver los huesos dentro de nuestra carne con imágenes de rayos X; podemos ver el universo distante con sus ecos de los comienzos del universo en el espectro de microondas; podemos detectar agujeros negros por radiación electromagnética emitida en el espectro gamma; Podemos descifrar música y voces que viajan por el espectro de radio. Es difícil imaginar cómo percibiríamos toda esta información a la vez, sin nuestras limitaciones, y mucho menos si nos pusieran a su disposición mucha más información que actualmente sea imperceptible. Y si nuestros sentidos no tuvieran limitaciones, lo veríamos todo, y si aprendiéramos cómo interpretar lo que podríamos ver, lo sabríamos todo.
Entonces, ¿cómo nuestros sentidos limitados dan forma a nuestra visión del mundo? Forman a los dioses que seríamos en los humanos que somos. Nos hacen pensar en términos de personas, plantas, animales y objetos, cuando todo lo que existe es energía de danza visible en una variedad infinita de formas e intensidades. Nos hacen pensar en términos de interacciones humanas, emociones y aspiraciones, así como en términos de comida, ejercicio, vida y muerte. En resumen, nuestras limitaciones nos ayudan a concentrarnos en lo que necesitamos para sobrevivir en nuestro entorno. Y, sin duda, necesitaremos nuevos sentidos a medida que evolucionemos fuera de este entorno hacia lo que el futuro nos depare, en este mundo y más allá.