George Bush tiene un ataque al corazón y muere. Él va al infierno donde el demonio lo está esperando.
“No sé qué hacer aquí”, dice el diablo. “Estás en mi lista … pero no tengo espacio para ti”. “Definitivamente tienes que quedarte aquí, así que te diré lo que voy a hacer”. “Tengo a tres personas aquí que no eran tan malas como tú, dejaré que una de ellas se vaya, pero tienes que ocupar su lugar. Incluso te dejaré que TÚ decidas quién se va.
George pensó que eso sonaba bastante bien, así que estuvo de acuerdo.
El diablo abrió la puerta de la primera habitación: en ella estaba Richard Nixon en una gran piscina de agua. Siguió buceando y apareciendo con las manos vacías una y otra y otra vez. – Tal era su destino en el infierno.
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“¡No!” Dijo George. “No lo creo. No soy un buen nadador y no creo que pueda hacer eso todo el día”.
El diablo lo llevó a la habitación de al lado: en ella estaba Tony Blair con un martillo y una habitación llena de piedras. Todo lo que hizo fue hacer girar ese martillo, una y otra vez.
“No, tengo este problema con mi hombro. ¡Estaría en agonía constante si todo lo que pudiera hacer fuera romper rocas todo el día!” comentó George.
El diablo abrió una tercera puerta. En la habitación, George vio a Bill Clinton, tendido en el suelo con los brazos sobre la cabeza y las piernas extendidas en posición de águila extendida. Inclinada sobre él estaba Monica Lewinsky, haciendo lo que ella hace mejor.
George Bush miró esto con incredulidad por un tiempo y finalmente dijo: “Sí, puedo manejar esto”.
El diablo sonrió y dijo: “De acuerdo, Monica, ¡eres libre de irte!”