En el ‘dilema del prisionero’, no hay exposición de utilidad o valor agregado. ¿Cómo puede este juego mental filosófico guiarnos en el mundo real?

No puede, aunque probablemente no por la razón que piensas.

Hay un importante punto que falta en el análisis común del Dilema del Prisionero, que se presenta como un juego simétrico jugado por actores racionales. Es decir, todo lo que sabemos sobre los actores es que son racionales, porque se supone que la teoría de juegos se trata del comportamiento de los seres racionales. Esto tiene sentido, porque un ser irracional podría hacer cualquier cosa por cualquier motivo, por lo que no tendría mucho sentido tratar de teorizar al respecto.

Dado un juego con dos seres idénticos que operan bajo exactamente las mismas reglas (ambos son racionales y se les presentan las mismas opciones), ¿qué es lo primero que podemos decir sobre esta situación?

Ambos jugadores siempre harán la misma elección.

Esta es una restricción fundamental. Ambos persiguen el mismo objetivo, ambos juegan con las mismas reglas, y ambos son seres del mismo tipo cuyas elecciones están supuestamente guiadas por su naturaleza en ese sentido. Muchas presentaciones del Dilema del Prisionero enfatizan este aspecto de los jugadores, esforzándose por señalar que tenemos que olvidar cualquier dimensión moral del juego, sino jugar “perfectamente racionalmente” o “únicamente sobre la base de la elección racional”.

Es completamente irracional creer que los seres del mismo tipo en las mismas circunstancias con las mismas motivaciones tomarían decisiones diferentes. Eso es como decir que una roca a veces puede caerse. La restricción de la racionalidad elimina cualquier elemento de capricho en las elecciones del jugador: se vuelven predecibles (este es el punto central de la teoría del juego) y, por lo tanto, necesariamente idénticos.

Por lo tanto, los elementos fuera de la diagonal de la matriz de pago ni siquiera existen, porque el juego está construido de tal manera que ambos jugadores siempre harán lo mismo.

Para maximizar su valor esperado, ambos jugadores siempre elegirán cooperar, si son seres racionales.

Nuestra intuición de que los elementos fuera de la diagonal entran en juego es porque necesariamente nos preguntamos si el otro jugador es irracional o estúpido. Pero eso saca al juego del ámbito de la teoría de juegos, ya que ya no se trata de jugadores racionales ideales.