Déjame reformular tu pregunta:
Si un ser humano es una entidad física, física en todos los sentidos, exclusivamente física, aunque enormemente compleja y, por lo tanto, sujeta a las leyes de la naturaleza, ¿es posible, sin embargo, que elija libremente?
La respuesta es sí.
Ser libre no es estar libre de las leyes de la naturaleza, sea lo que sea que eso conlleve. Presumiblemente, en términos aproximados e intuitivos, conlleva un caos casi inconcebible. Pero una cosa es segura: si las leyes de la naturaleza fracasaran repentinamente, seguramente no sería libre. No tendría control alguno, sin mencionar que moriría instantáneamente.
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Ser libre, más bien, es tener opciones.
Puedo vivir en Kioto o Kiev, porque si elijo Kioto me encontraré en Kioto, y si elijo Kiev me encontraré en Kiev. Considero y elijo. Eso basta para demostrar que soy libre. No hace falta más. El hecho de que mi estado y composición neurológica y los estímulos que me impactan en este momento me aseguren que elegiré Kyoto, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, que de hecho determinan mi decisión, no es una objeción. Soy libre en eso tengo opciones.
La libertad no es ilimitada. Solo existe cuando hay opciones y, a veces, no hay opciones. Pero cuando hay opciones, obtienes lo que eliges (salvo fallas). ¿Qué más quieres?