Aprendí que tu mayor enemigo es la excusa que creas para ti mismo.
En un nivel de Mass Effect 2, me encontré emboscado. Estaba en una pequeña plataforma flotante llena de enemigos, y más enemigos en plataformas sobre lloviendo fuego y ondas de choque psíquicas. No hay a donde correr Todo lo que tenía como protección es una pared que me llegara hasta la cintura para agacharme detrás, pero la cubierta que proporciona dura segundos mientras que los enemigos flanquean y apresuran mi posición.
No tengo idea de cuántas veces jugué ese encuentro una y otra vez, perdiendo a mis compañeros y probando todas las tácticas que se me ocurrieron. Dispara primero a los bateadores pesados, no. Usa el poder del enemigo más cercano, no. Dispara el daño para detener el tiempo, no. Nada funcionó.
Tenía que hacer una elección. ¿Escucho las voces en mi cabeza que dicen “esto es una pérdida de tiempo”, “claramente no eres bueno en este juego” o “los diseñadores de este juego lo hicieron tan difícil a propósito”? ¿O me olvido de todo eso y empujo?
- ¿Cuál es la cosa más lamentable que has hecho en la universidad?
- ¿Es “esperar lo peor” equivalente a “pensamiento negativo”?
- ¿Alguna vez ha hecho una mala inversión y se ha arrepentido, y qué ha aprendido de ella?
- ¿Cómo es vivir una vida sin arrepentimientos? ¿Eso incluso existe?
- ¿Cuál es la mejor lección de vida que aprendió actualmente que desearía conocer antes?
Muchas personas condenan los videojuegos por no ser reales: las consecuencias no importan y son una pérdida de tiempo. Pero en ese momento, estaba luchando con las mismas voces de duda en todo lo que me propuse hacer.
Esas voces que dicen que no soy lo suficientemente creativa. Que mi discurso es demasiado monótono para podcasting. Que la economía no me dejaría conseguir un buen trabajo, y mucho menos con la NASA.
Ese momento en la plataforma fue una prueba contra enemigos virtuales, claro, pero eso incluye a los que creo.
Entonces, cuando superé ese desafío, también superé las excusas que me retienen mentalmente. Obtuve una victoria, demostrando que la próxima vez que surjan, no tengo que escuchar.