¿Cuál fue su mayor error y cuál fue la lección que aprendió?

Casi me quedé atrapado en la frontera entre Austria y Hungría a finales de la noche de invierno en noviembre de 1990, porque cometí el error de optar por una ‘visa a la llegada’ a Budapest. Nunca más volveré a arriesgarme a viajar a un destino desconocido con la visa a la llegada.

Estaba volando por British Airways desde Londres a Budapest en el trabajo y planeaba regresar a mi hogar en Bangalore, India, después de competir en Budapest. Había viajado varias veces a lugares que ofrecían ‘visa a la llegada’ como Bangkok y Seúl sin tener problemas.

El avión sobrevoló el aeropuerto de Budapest, que estaba empañado. En cambio, aterrizó en Viena. La aerolínea organizó autobuses de lujo para llevar a los pasajeros de Viena a Budapest.

El viaje en autobús transcurrió sin incidentes hasta que llegamos al puesto fronterizo de Austria-Hungría alrededor de las siete de la tarde. Se pidió a los pasajeros que mostraran visas para ingresar a Hungría en el puesto fronterizo.

No tenía visa y traté de explicarle al funcionario del puesto fronterizo que estaba planeando obtener una visa a mi llegada al aeropuerto de Budapest. El funcionario no podía entender inglés e insistió en que yo produjera la visa. ¡No había un sistema de visa a la llegada al cruce fronterizo! Discutíamos con propósitos cruzados sin entendernos. Estaba haciendo mucho frío y otros pasajeros estaban inquietos y molestos.

Afortunadamente, recordé un puñado de idioma ruso, que había recogido durante mis visitas anteriores a la Unión Soviética. Transmití mi problema a la persona del puesto fronterizo, que parecía entender ruso. Afortunadamente, cedió y escribió algo en mi pasaporte. Comprendí que debía sellar el pasaporte en Budapest y regularizar mi entrada.

Después de un retraso de 45 minutos. Se permitió que el autobús continuara hacia Budapest. Llegamos a Budapest alrededor de las nueve de la noche. Me registré en el Sheraton. Nuestro agente local resolvió el problema al día siguiente.

Me estremezco al pensar qué hubiera pasado si el autobús hubiera seguido dejándome en la frontera con Austria. ¡Yo tampoco tenía visa austriaca!

Nunca más volveré a caer en el sistema de ‘visa a la llegada’. ¡El riesgo es demasiado grande!