Las ideas de la Revolución Científica y la Ilustración nos dieron la mayoría de las herramientas para aprehender la realidad. Es tentador tratar de pensar en la “ciencia” y la “filosofía” como dos fuentes distintas de conocimiento, pero esa es una visión muy presente. En los siglos XVI y XVII, la ciencia y la filosofía de la Ilustración fueron desafíos seculares para la autoridad eclesiástica y formas de entender el mundo con información religiosa.
Tres ideas principales que provienen de este período en filosofía son el empirismo, el racionalismo y el materialismo. El empirismo es la idea de que la experiencia sensorial se puede usar para obtener conocimiento, y es de donde tenemos la idea de que puedes hacer experimentos, obtener de manera confiable los mismos resultados si se realizan nuevamente en las mismas circunstancias, y hacer afirmaciones de conocimiento basadas en esos resultados. El racionalismo es la idea de que no necesitamos experimentar algo para obtener conocimiento sobre él; podemos usar la razón humana para resolverlo, en función de lo que sabemos sobre otras cosas. Por ejemplo, no necesito apuñalar el brazo para saber que sangraría y dolería. Aunque nunca he experimentado eso, puedo deducir los resultados de otras experiencias. Finalmente, el materialismo es la idea de que no hay distinción entre la materia física y la espiritual, y por lo tanto rechaza la idea de que cosas como la voluntad divina o el alma tengan alguna influencia en los asuntos mundanos. La mayoría de las veces, Marx está asociado con el materialismo, pero en realidad el filósofo Spinoza, escribiendo dos siglos antes, fue el primero en hacer tales afirmaciones.