No causamos los terremotos, pero somos responsables de tales desastres …
El mismo término “desastre natural” es verdaderamente antropocéntrico, es una noción totalmente centrada en el ser humano. Durante cientos de millones de años, este planeta ha atravesado literalmente innumerables terremotos, huracanes, tornados, impactos de meteoritos y masivas erupciones volcánicas. Durante cientos de millones de años, nadie los llamó “desastres naturales”; eran simplemente “eventos naturales”. Siempre fue un asunto habitual para la Madre Naturaleza.
Entra en la era de los humanos modernos. Al ver cómo los eventos naturales pueden destruir nuestros hogares y quitarnos la vida, comenzamos a ver dichos eventos como desastrosos. A medida que pasaba el tiempo, criaturas egocéntricas como lo son los humanos, empezamos a creer que una entidad poderosa, ya sea la naturaleza o un ser aún más poderoso, estaba causando desastres deliberadamente por nuestra causa. Como tal, a lo largo de la historia nos hemos esforzado por descifrar la advertencia divina y apaciguar a quien sea el causante del desastre: sacrificar un cerdo, sacrificar una virgen, dejar de jugar en la playa o elegir un presidente con una mejor fecha de nacimiento.
Sin embargo, la verdad es que si no hubiera humanos, no habría desastre. La otra cara de esto es que, si bien no podemos detener los terremotos, podemos tomar medidas para prevenir desastres. Lo que hacemos a nuestro medio ambiente también es importante. Las raíces de los árboles grandes pueden fortalecer la estructura del suelo, disminuyendo su probabilidad de deslizamiento incluso durante un terremoto. Quita esos árboles, y nada impide que la tierra se derrumbe cuesta abajo. Los terremotos no son el único evento natural que debería preocuparnos. Las inundaciones y los derrumbes son cada vez más frecuentes, sin embargo, todavía estamos obstruyendo nuestros ríos con basura y destruyendo grandes parches de nuestro bosque.
Al final del día, nuestras acciones y acciones sí importan, los legisladores deben proporcionar más fondos para la agencia nacional de respuesta a desastres en lugar de gastar dinero público en legislar la moralidad. Y es más importante que los padres enseñen a sus hijos a proteger el medio ambiente que prohibirles que se diviertan en la playa. No podemos controlar la naturaleza, pero podemos elegir, a través de nuestras decisiones y acciones, cómo la naturaleza nos afecta.
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