Qué pregunta tan intrigante. Por dónde empezar, por dónde empezar …
Piense en el proceso de armar un rompecabezas:
- Un ser humano horriblemente despreciable se acerca a ti y dice: “Oye, ¿quieres tener un día horrible hoy? ¡Aquí, ten un rompecabezas de 1000 piezas!
Vaya, lo siento por eso; mi profundo odio por los rompecabezas con más de cuatro piezas parece estar filtrando esta respuesta. Intentaré abstenerme de dejar que eso vuelva a suceder. Aquí, déjame empezar de nuevo.
Piense en el proceso de armar un rompecabezas:
- ¿Cuál es la forma más fácil de morir o de acabar con tu vida?
- ¿Cómo afecta la música a la vida?
- ¿Cómo podemos escapar de la muerte?
- Si todo lo bueno en la vida es seguido por algo igualmente malo o peor, ¿para qué sirve vivir?
- ¿Cuáles son los problemas típicos portugueses en la vida cotidiana?
- Decides armar ese rompecabezas de 1000 piezas que ha estado sentado en tu armario recogiendo polvo. Lo sacas, quitas la tapa y miras la imagen en la parte frontal. Usted deja mucho espacio en el piso, coloca el contenido de la caja sobre la alfombra y se instala.
- Pasas la primera media hora o así volteando las piezas boca arriba. Mientras haces eso, comienzas a clasificar las piezas en pilas por color, forma o cualquier otra categoría que consideres apropiada.
- A continuación, inspecciona cuidadosamente cada pieza. Separando las piezas del borde del resto, creas el marco de los rompecabezas. Te lleva un tiempo, pero el resultado es un contorno agradable y ordenado para que lo completes.
- Haz eso: en las próximas horas (o semanas, si eres como yo), encontrarás el lugar perfecto para cada pieza de rompecabezas. Cada uno tiene un destino preestablecido, un conjunto de almas gemelas perfectas con las que mantener la mano por toda la eternidad.
Ese fue un proceso bastante ordenado, ¿no? Claro, cada parte ofreció su propia tarea especial que induce a la frustración, pero en general, fue relativamente sencilla.
Sí, eso no es como la vida en absoluto.
A la vida no le importa lo que quieras hacer, ni cambia su curso dependiendo de cuándo quieres hacerlo. La vida nunca deja de llegar, independientemente de los huracanes que puedan o no estar en su apogeo justo afuera de su ventana.
La vida no espera pacientemente mientras intentas organizar sus infinitos aspectos en cajas ordenadas y perfectamente programadas. A veces la vida puede echarte demasiado para manejar, otras veces puede no darte nada en absoluto. De cualquier manera, no podría importarte menos tu horario.
A la vida no le importa nada tu plan de cinco años espectacularmente delineado. La vida ve tu sueño de una casa sin hipoteca junto a la playa y te cría veinte años.
La vida se ríe ante el destino, eso es, justo antes de escupirlo. La vida disfruta de giros y vueltas demasiado para seguir un curso predeterminado.
Ya sea que tenga diez o diez mil piezas, hay una razón simple por la que un rompecabezas no tiene nada que ver con la vida:
La vida no está escrita en piedra, o cartón, para el caso.